viernes, 29 de agosto de 2025

El amigo pide la nada.

Querido amigo, recuerda que, como sabes, para ti escribo, sigo escribiendo, negro sobre blanco. 

Intentando dar sentido (no se puede conseguir) al sinsentido del existir.


                  El amigo pide la nada

Mientras mi amigo pide olvido a su albacea,
y que no quede rastro alguno,
por mi parte
hago un paseo nocturno al súper, mil metros lisos.

Se trata de la compra del olvido: lavavajillas y naranjas,
noche y desayuno.

He visto perros, muchos canes paseando a sus dueños.

He visto a un señor con dificultades grandes para salir de su kia sportage.

He visto a Ailén, preciosa niña de diez años, pedirme la vez en la cola de la caja.

He visto árabes, judíos, gitanos, cristianos,
primeras, segundas y hasta terceras generaciones.

Todos a una,
en el colmado,
en una misma cola,
comprando alimentos aquí, 
con cuartos de acá, logrados con el mismo castigo divino, todos: el sudor de sus frentes, el cansancio de sus mentes, el desgaste de sus músculos, el desguace de sus almas.

He visto algunas cosas, amigo.

Y sí, todas caerán por el resbaladero del olvido.

Sin pedirlo.


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