Querido amigo, verdaderamente el libro, siempre el libro, aún sabiendo que no nos permitirá conseguir la utopía... ¿o quizá sí?, aún sabiendo que a veces hace daño... ¿o quizá no?
Una gran razón para no desesperar, vivir en la inopia de la inventiva humana.
Beber el poderoso veneno de Gustav Aschenbach y de La muerte en Venecia.
El afrodisíaco de la gran escritura.
Sigue, mi amigo,
con ese movimiento continuo del alma,
con la ayuda del mejor amigo del homo
(permiso perruno mediante,
claro está):
Su República Majestad,
El Libro.
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