En la sección de Ciencia del diario El País, podemos leer un artículo escrito por Javier Salas y publicado el 12 de mayo de 2015 que lleva por título el del siguiente enlace que permite llegar al mismo:
Las chimpancés cazadoras dan pistas sobre los primeros humanos.
Se trata de un estudio llevado a cabo por un grupo de investigadores encabezados por la antropóloga Jill Pruetz en una comunidad de treinta chimpancés en Fongoli (sabana senegalesa). Han analizado durante diez años las cacerías de estos animales. En palabras de los propios investigadores:
"Son la única población no humana conocida que caza vertebrados con herramientas de forma sistemática, por lo que forman una fuente importante para hipótesis sobre el comportamiento de los primeros homínidos basadas en la analogía."
Como vemos, se defiende aquí el procedimiento de la Primatología comparada: estudiar comunidades de primates actuales para, por analogía, inferir cómo eran los primeros humanos.
Las conclusiones y constataciones más importantes que han obtenido son las siguientes:
- Este grupo de chimpancés usa lanzas (ramas afiladas) para cazar animales (galagos, un tipo de monos muy comunes en ese entorno) con los que alimentarse.
- Lo anterior constituye un uso cultural consolidado.
- Junto a esa innovación tecnológica, hay, además, una innovación social no menos importante, y que no se ha visto en el resto de grupos de chimpancés estudiados en África: hay más tolerancia, mayor paridad de sexos en la caza y los machos más
corpulentos no atropellan tan a menudo los intereses de los demás
gracias a su fuerza.
- En concreto, las hembras protagonizan exactamente la mitad de las cacerías con lanzas, gracias a lo que consiguen cierta independencia alimentaria.
- Comparando con la comunidad de chimpancés de Gombe, estudiada durante tanto tiempo por Jane Goodall, hay diferencias significativas: en ésta, en torno al 90 % de las presas de caza se las apuntaban los machos, mientras que en Fongoli esa cifra se sitúa en torno al 70 %. En otras comunidades de chimpancés, una de cada cuatro presas hechas por hembras (sin herramientas) son robadas por los machos, más corpulentos y fuertes, cifra que baja tan sólo al 5 % en Fongoli.
La propia Pruetz asegura que:
"En Fongoli, cuando una hembra o un macho de bajo rango captura una presa, se les permite quedársela y comérsela. En otros sitios, el macho alfa u otro macho dominante suele tomar la presa. Así que las hembras obtienen poco beneficio de la caza, si otro chimpancé les va a quitar su presa."
- Casi todos los episodios con lanza observados, unos trescientos, se han producido en meses húmedos en los que escasea otro tipo de alimento.
- Estos usos podrían ofrecer claves sobre la evolución de nuestros ancestros humanos, en el sentido en que podrían constituir un ejemplo significativo de los primeros primates erguidos sobre dos patas.
- El entorno del estudio es muy importante puesto que se parece mucho con el escenario en el que posiblemente evolucionaron los ancestros del hombre: un ecosistema de sabana, con pocos árboles, en el que los chimpancés de Fongoli estan gran parte de su tiempo en el suelo y no subidos a los árboles. En este contexto, los investigadores sugieren que es muy posible que los primeros homínidos intensificaran el uso de herramientas tecnológicas para superar las presiones ambientales, y que
"eran lo suficientemente sofisticados como para perfeccionar herramientas de caza".
Entre las objeciones a las conclusiones de este estudio, podemos encontrar las del primatólogo Josep Call, del Instituto Max Planck. Opina que no se puede hablar de caza con lanzas en sentido estricto. Lo vé más bien como prácticas parecidas a la obtención de hormigas y termitas con palitos, una práctica más extendida entre distintos grupos de primates. Este investigador asegura que:
"La definición de caza que realizan los investigadores en su estudio no se distingue mucho de lo que hacen metiendo una ramita en un orificio para conseguir insectos para comérselos".
Y es que el procedimiento seguido por los chimpancés de Fongoli es el siguiente: pinchan con los palos (supuestas lanzas) a los galagos cuando estos se esconden en cavidades de los árboles y, cuando salen, les arrancan la cabeza de un mordisco. Según Call, se trata de una práctica que está entre lo que se hace para hacer salir a termitas y hormigas de sus agujeros y la caza stricto sensu.
Los investigadores de Fongoli, con Pruetz a la cabeza, tratan de responder a estas críticas alegando que esta amenra de cazar de los chimpancés de su estudio no es sino una estrategia para evitar que el mono les muerda o escape, algo completamente diferente a colocar una rama en un agujero para pescar bichos. Si es lo mismo una estrategia que otra, se preguntan estos investigadores
"por qué los chimpancés de otros grupos no cazan más".
Para los que queremos sacar conclusiones sobre el origen del hombre a través de la Primatología Comparada, está bien que prestemos especial atención a la alerta de este primatólogo: más allá de casos particulares, como puede serlo este estudio de chimpancés de Fongoli, se ha de tener cuidado en no elegir un grupo de primates u otro en función de los resultados que creemos que vamos a encontrar. Y es que ni siquiera está cerrado el debate de si los chimpancés se pueden tomar como modelo de lo que fueron los primeros humanos.
"Hemos de tener en cuenta que el bonobo no hace nada de esto y es tan cercano a nosotros como los chimpancés. Cogemos el chimpancé porque nos viene bien para señalar determinadas influencias comunes. Hay que tener mucho cuidado y no investigar la especie que nos interese dependiendo de lo que queramos encontrar",
señala Call.
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