Han sido muchos los documentales, los libros, tanto novelas de ficción sobre hechos más o menos reales, como ensayos sesudos, incluso youtubers inflando globos, que han intentado explicarnos los motivos que dieron lugar al inicio de la crisis financiera allá por 2008 en los Estados Unidos, y que, luego, atravesó el charco hasta Europa.
Sin duda, la película Margin Call (2011) merece ocupar un lugar destacado en estos referentes. De la mano del director Jeffrey McDonald Chandor y de veteranos y solventes actores como Jeremy Irons (como jefe supremo del banco de inversión), Kevin Spacey (mano derecha de aquél), Demi Moore (la isla femenina en un mar de varones), junto con otros jóvenes y prometedores como Simon Baker (el implacable ejecutivo en ascenso), o Zachary Quinto (el ingeniero espacial que diseña fórmulas para la firma, y que aporta algo de corazón y honestidad en esta auténtica jauría humana de despiadados traders y brokers), esta cinta en apenas hora y cincuenta minutos nos cuenta con gran verosimilitud cómo pudieron ser esas horas previas al momento en que las verguenzas de algunas operaciones financieras perjeñadas en las cuevas de Alí Babá (léase mercados bursátiles) a lo largo y ancho de todo el orbe, y alejadísimas del sector real de la economía, salieron a la luz.
Y es que, una vez que la marea de los primeros siete u ocho años de crecimiento desenfrenado de la titulización de activos financieros relacionados con las hipotecas basura (subprime en la jerga del idioma de la pérfida Albión) dio paso a la bajamar, se pudo ver quiénes se estaban dando un dulce baño con el decente bañador, quiénes en paños menores, y quiénes en pelota picada, como sus madres (sí querido lector, ellos también las tienen o las han tenido) los trajeron al mundo.
En el siguiente vídeo podemos ver cómo el responsable del departamento de análisis de riesgos de este banco, que es despedido al inicio de la película, siente que, fruto de ese alejamiento del mundo real y de su aproximación al puro humo, es decir, a la nada, que su trabajo suponía, echa de menos aquellos buenos tiempos en los que él (ingeniero) se dedicaba a construir cosas tangibles, como un puente.
Es la famosa "escena del puente":
Y, en el siguiente, un tráiler como aperitivo:
Buen provecho si decides ver esta película.