En Tierras de penumbra (Shadowlands, Richard Attemborough, 1993), Anthony Hopkins, dando vida al poeta CS. Lewis, realiza una interpretación in crescendo en torno al dolor que merece la pena ser vista con atención.
Entiendo la historia como un esfuerzo por explicar el sentido de la vida, si es que hay tal sentido. Este es el sino del ser humano: haber desarrollado un cerebro que hace que la evolución por selección natural de Darwin haya sido superada por la evolución cultural. Y, a partir de aquí, el caos, la catástrofe, la interrogación permanente, el plantearse ¿quién soy yo, de dónde vengo, y hacia dónde voy?
Muy mal asunto, por tanto.
Lo he llamado
El dolor de ahora es parte de la felicidad de entonces:
"El dolor de entonces es parte de la felicidad de ahora. Ese es el trato.", le dice Debra Winger a Hopkins, bajo el puente que les protege de la lluvia. Ella está herida de muerte por el cáncer, y cree que sólo podrá afrontar la situación hablando sobre el tema, para que él pueda "dejarla marchar".
(...)
Ya, ella ha muerto. Ashes to ashes, dust to dust, y él se interroga y filosofa:
"¿Por qué el amor, cuando lo pierdes, duele tanto?
Ya no tengo respuestas, solo tengo la vida que he vivido.
Dos veces en esa vida he podido elegir, como niño y como hombre.
El niño eligió la seguridad,
el hombre elige el sufrimiento.
El dolor de ahora es parte de la felicidad de entonces. Ese es el trato."
Sin duda, poder escuchar estas reflexiones y, en particular, la última frase, es una excelente razón para no desesperar. Puede llevarnos a unos minutos de reflexión personal incomparablemente mejores que el mejor diván pagado a desorbitado precio.
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