Tal y como señala la profesora
Montserrat Cañedo en el foro de la asignatura, la película se configura en
torno al eje campo-ciudad, un par conceptual bastante cargado de valores del
tipo: el campo, humano; la ciudad, deshumanizada, carga de valores que a veces
justifica añadidos al concepto ciudad como aquel de ‘ciudad jardín’ como una “especie de solución al juicio moral que va
implícito en esta distinción”[1].
La manera de entender la metáfora del
organismo respecto de la ciudad puede venir de otras múltiples pequeñas
metáforas como lo son ‘las arterias del cuerpo versus las arterias de la ciudad
(calles y circunvalaciones)’, ‘un corazón palpitando versus el ritmo
frenético de la ciudad’, o ‘células reproduciéndose versus la ciudad
creciendo’, entre otras[2].
Es interesante señalar que los
comentarios del documental son de Lewis Mumford, el sociólogo, historiador y
urbanista estadounidense, del que podemos recordar que fue inspirador del
concepto de ‘ciudad jardín’ y que ya antes del rodaje de The City era un reputado crítico en arquitectura y urbanismo, y
había publicado obras en este terreno como La
historia de las utopías (1922) y Sticks
and Stones (1924).
Comienza el documental con escenas idílicas del campo, bien aderezadas con una música suave y evocadora: casas amplias con jardín, una granja con un molino de agua, escenas de niños nadando en el río, un carro tirado por un caballo… Quién no querría vivir aquí, y vivir así, parecen estar diciéndonos estas escenas. Del crisol del herrero, en el campo, en el pueblo, pasamos, en un fundido estupendo, a la producción masiva, industrial, en la fábrica de la ciudad. Una nueva metáfora, y es curioso que se emplee el crisol para pasar de un contexto al otro (¿es una referencia al crisol de razas, meelting pot, en que se convertirían algunas ciudades americanas con la inmigración creciente, primero del campo a la ciudad y, luego, viniendo de la vieja Europa, según la terminología de algunos teóricos de los flujos migratorios?); ‘máquinas para hacer máquinas…mejor y mejor…más y más rápido’, son algunas de las proclamas, cada vez más aceleradas, que el narrador va desgranando tras las escenas industriales. Efectivamente, se va presentando la ciudad contra el campo, y se va haciendo en términos morales. Esta es una cuestión a la que los antropólogos deben hacer frente con la mayor objetividad posible. Presentar conceptos por oposición y añadiendo juicios morales influirá sobre nuestro trabajo y lo cargará de subjetividad. Este es un gran tema para el trabajo de campo y la necesaria reflexividad que debe acompañarle. En estas primeras escenas, el campo es presentado como un organismo sano (tranquilidad, productos directamente del campesino a la tienda del pueblo, cielo limpio y río transparente en el que los niños juegan, …), y la ciudad como un organismo enfermo (aceleración, máquinas fabricando máquinas, cielo polucionado por la industria, el humo de las chimeneas fabricando la prosperidad, la eficiencia por encima de todo, bajo la premisa ‘más rápido y mejor’, niños jugando, ahora, sobre las vías del tren, suciedad por todas partes y la enfermedad acechando…). Multitudes por la calle, multitudes saliendo por la boca del metro, que nos hacen recordar aquellas escenas de ‘Tiempos Modernos’ (Modern Times, 1936) de Charles Chaplin que hacía transformar a esas personas en rebaños de ovejas.
Tras este contraste tan acusado, el
documental nos presenta la Green city
(ciudad verde). Como dice Montserrat Cañedo, ahora la oposición campo-ciudad se
va desdibujando y se nos presenta esta ciudad verde como el modelo que permite
‘la colaboración de las máquinas, el
hombre y la naturaleza’. Termina diciéndonos, en lo que podríamos calificar
como una frase ingenua (¿o quizá también cargada de juicio moral?), ‘the
choice is yours’ (la elección es suya), como si el decidir vivir en estas
áreas residenciales donde el documental da a entender que hay más calidad de
vida fuera una mera cuestión de voluntad. Podemos recordar aquí algunas de las
teorías que inspiraron la preocupación por la problemática social de la ciudad,
teorías que pretendieron revelar con valor universal los principios de
diferenciación residencial[3]: la
“teoría subsocial”, inspirada en los trabajos de los ecólogos clásicos y
neoclásicos de Chicago (Burgess, Park , McKenzie, Wirth y Zorbaugh), que
defendió una estructura residencial en zonas concéntricas, cuyo rango social
aumenta de dentro a afuera, situación en la que los individuos decidirían sus
lugares de residencia por intereses personales y familiares que se resuelven
según su capacidad económica y los precios de mercado del suelo; la “teoría de
los valores sociales”, propuesta por Firey (1947), que hacía depender la
diferenciación residencial de los sentimientos que determinan el comportamiento
humano. Así, los contrastes residencias quedarían justificados por diferencias
de creencias religiosas y políticas, por desiguales concepciones sobre la
organización familiar y por el efecto demostración que juegan las élites
dirigentes y las ideologías de los profesionales sobre el conjunto de la
sociedad; y la “teoría del análisis de áreas sociales”, que plantearon Shevsky,
Williams y Bell (1949 y 1955), que relacionaba los contrastes residenciales con
los ejes de diferenciación dominantes en la sociedad: el estatus social, la
etapa dentro del ciclo familiar y el lugar de origen, ejes de diferenciación
social a los que Mc Elrath añadió un cuarto, el estatus de migración (1968).
Repasar este documental me parece
especialmente atractivo porque nos permite actualizar a Lewis Mumford, del que
si recordamos algunos pasajes de su gran obra La ciudad en la historia[4],
podemos rescatar algunas llamadas de atención que aquél hizo y que son,
creo, plenamente vigentes hoy. Aquí cobra de nuevo protagonismo el cronotopo
del ‘organismo’, puesto que Mumford, en esa obra, se permite hablar de la
ciudad en términos ‘biológicos’, que hoy, quizá, traduciríamos por
‘sostenibles’. Así, para Mumford, la ciudad es como un gran organismo vivo que
necesita descansar para recuperarse. La gran ciudad moderna vive un metabolismo
frenético y despilfarrador en cuanto a evacuación de residuos, abastecimiento
de energía y agua, y servicios de transporte, sin el que difícilmente
existiría. La ciudad hipertrofiada e inhumana que describía, allá por los
primeros años 60 del siglo pasado, es, más que nunca, la urbe en la que
habitamos hoy, y, ya entonces para este autor, esta situación señalaba el
cambio de un sistema orgánico a un sistema mecánico, de un crecimiento con
sentido a una expansión sin finalidad.
Podemos ver la película en el siguiente enlace:
Podemos ver la película en el siguiente enlace:
[1] En palabras de la propia
profesora.
[2] Metáforas que
se pueden ver en ‘Organismo urbano’ (de Bruno Nicko), vídeo experimental que
compara el movimiento de un espacio urbano con un organismo vivo, grabado con
una DVX100B escondida dentro de una maleta. Fuente: http://vimeo.com/46707291.
[3] La elaboración
de esta párrafo desde aquí al final del mismo se ha hecho a partir del texto Geografía humana, Sociedad, Economía y
Territorio, de los profesores de la Uned Manuel Antonio Zárate Martín y
María Teresa Rubio Benito, Editorial Universitaria Ramón Areces, 2005.
[4] The City in
History, 1961.
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