domingo, 10 de mayo de 2020

Distintas lecturas que conducen a una misma interpretación.

Querido amigo, recurro a la primera entrada de esta sección, de allá por octubre de 2015, es decir tiempos muy pretéritos. Allí decía, recuerda, que para ti cantaba negro sobre blanco, que es escribir. Para ti eran aquellas, y son ahora estas, drosophilas negras construidas a golpes de clic. Son para ti (y qué duda cabe, también para mí) estas Razones para no desesperar, y has sido tú, de nuevo, quien me ha dado una buena razón para retomarlas.

Me mandas un poema a las 0:27 horas, la hora del amor, del sueño, del desvelo o de la lectura, y en esto último andaba yo, cuando el narcótico más duro, la palabra escrita, irrumpe en el más vil de los aparatos inventados por ese blasfemo, aquel al que el poetastro sublime invocó:

      El diablo es quien maneja los hilos que nos mueven.
    atractivo encontramos en lo más repugnante;
    cada día al infierno descendemos un paso
    por tinieblas hediondas y espantosos lugares.
     
          [Las flores del mal. Charles Baudelaire.]


Lo he llamado

Distintas lecturas que conducen a una misma interpretación: 


                             DONDE VIVÍAN LOS INDIES

                             Soy especialista en buscarme
                                         bien, muy bien
                                                               [la ruina].
                             Regreso una y otra vez 
                             a la colina donde me enterraste
                             sin ganas, casi por obligación.

                                 [Juan García Conesa, desde Las Cobaticas,
                                                               Cantón de Cartagena.]

Y yo te digo: "Esto es duro."

    Y tú me dices: "Ese es el objetivo pretendido."


- "¿Te enterraron sin ganas, casi por obligación?, o ¿regresas a la colina sin ganas, casi por obligación? Entiendo que lo segundo, pero es equívoco, pretendido o no."


    - "Efectivamente. Juego a esa confusión, que sin embargo es cierta en todas sus interpretaciones."


- Pues vaya toalla. Encaje de bolillos veía yo en algún vano de alguna puerta de algún hogar de Corral de Almaguer menos difíciles que ese tuyo.


Es evidente que no hablamos de un palíndromo al uso etimológico de esta palabra, palin dromein, volver a ir atrás. Pero esto de que se lea de una manera, se interprete de una manera, o se interprete o se lea de la otra, el efecto es el mismo, es un salto mortal e inmortal que sólo los poetas se pueden permitir: hacer lo que les viene en gana con el lenguaje y con lo que se pretende comunicar con él. 

Recordemos en este momento a aquel vate palindrómico

Ateo por Arabia iba raro poeta.

O llorando a moco tendido, 

El bar es imán o zona miserable.

O acordándonos de quienes nos dan de comer,

¿Son mulas o cívicos alumnos?

[Deseando, claro, que sean cívicos, muy cívicos, más que nunca,
necesitándolo, incluso.]

O anhelando tiempos mejores,

Yo dono rosas, oro no doy.

[Sí, más rosas y menos oro; que la rosa, y no el oro, meza nuestra alma.]

O este otro porque sí, porque sé que te gustará aunque no sea políticamente correcto en tiempos tan peculiarmente casposos con las cuestiones del género,

Anita, la gorda lagartona, no traga la droga latina.

[¡¡!!]

O esperando siempre esa oportunidad que no se presenta,

A ti no, bonita.

O esa pregunta que pone la vida en su justa medida,

¿Acaso comí mocos acá?

O el que nos trae el recuerdo de la gran escritora, aunque sólo sea por un nombre,

Anaís repuso su persiana.

[Quizá cansada de que ojos indiscretos espiaran sus devaneos con otro monstruo, Henry Miller.]

O el que parecía esperarnos para que lo leyéramos ahora, en su absurdidad, 

Su rival fuma cosas o camufla virus.


Esto es maravillosamente infinito, eterno, inconmensurable.

Gracias. Para ti (y para mí), retomaré estas buenas razones.






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