sábado, 28 de febrero de 2015

Acumular cosas, dinero, quizá poder, de nada vale.

No es raro que se pongan demasiadas esperanzas de una vida plena y feliz en el hecho de la vieja máxima economicista de la acumulación. También Vila-Matas, echando mano de ejemplos del mundo del arte (literatura y cine en este caso), reflexiona sobre lo erróneo que esto puede ser.

Lo he llamado

Acumular cosas, dinero, quizá poder, de nada vale:

¡Oh vanidad de vanidades! Acumular cosas, dinero, quizá poder, de nada vale cuando cumplida ya una edad normalmente provecta, pero no necesariamente, puede ser antes, nos damos cuenta de la inutilidad de la vida y nos viene entonces ese deseo de volver a la infancia, donde es posible que fuésemos incautos, poco experimentados, tuviésemos poco, pero éramos felices. El trineo de ciudadano Kane, la juventud del Hemingway parisino: "En una crítica de cine que Borges hizo de Ciudadano Kane, encontré unas frases que me ayudaron a descubrir un nuevo punto débil de Hemingway. Decía Borges que en la película de Welles había por lo menos dos argumentos y que uno de ellos era de una imbecilidad casi banal, pues hablaba de que un millonario acumulaba estatuas, huertos, palacios, piletas de natación, vehículos, bibliotecas, hombres y mujeres, y acababa descubriendo que todas sus colecciones eran vanidad de vanidades y, al verse situado en el umbral de la Muerte, anhelaba un solo objeto del Universo: el pobre trineo con el que jugaba cuando era un niño pobre y feliz." (191)

El mal que un consejo (incluso, y sobre todo, un consejo inteligente) puede acarrear.

Jueves, 24 de febrero

En lo que toca a un tema que siempre me ha preocupado, el peligro que los consejos esconden, propongo, de nuevo echando mano a Vila-Matas, otra pequeña reflexión.

Lo he llamado

El mal que un consejo (incluso, y sobre todo, un consejo inteligente) puede acarrear:

Recuerdo haber leído (creo que el El señor de los anillos, de Tolkien, hace muchos años) aquello de que "un consejo es un regalo demasiado peligroso", máxima con la que estoy muy de acuerdo, motivo por el que siempre he tratado de no aconsejar a nadie, salvo que se me pida encarecidamente, lo que afortunadamente ocurre muy pocas veces. A este respecto, Vila-Matas escribe: "... como dice una máxima francesa, no hay nadie tan inteligente que pueda saber todo el mal que hace." Se refiere el autor al consejo que su personaje, escritor principiante, solicita a otro escritor, al que le pide opinión acerca del estilo en la escritura. En la frase que aquél le dirige (la cita anterior) hay dos peligros: el propio consejo y uno más sutil, el daño de los consejos hechos con mucho ingenio. En este caso, el peligro se multiplica. Mucha gente no está atenta al mal que hace cuando da consejos, y, sobre todo, cuando aconseja con ingenio. Esto es verdaderamente terrible.







Buenas razones (quizá las mejores) para la desesperación.

Miércoles, 23 de febrero

Desde el despacho del trabajo, con los chopos, los álamos y las palmeras agitados por un fuerte levante, y el Mediterráneo, que presumo con su superficie encrespada, allá lejos, en el que un carguero se mueve muy lento en dirección al puerto. Día de huelga de los alumnos en protesta por la implantación que pretende el gobierno del sistema de tres más dos. Tres años de duración del grado y másteres de dos años. En la universidad no sé qué pasará, pero en la secundaria los alumnos de tercero de ESO en adelante, al menos aquí en Motril, se reivindican levantándose más tarde y por supuesto que no manifestándose, por desgracia, en la calle. Para la inmensa mayoría de ellos se trata, sin más, de un día sin clases.

Volviendo a Vila-Matas, podemos encontrar otro párrafo significativo.

Lo he llamado

Buenas razones (quizá las mejores) para la desesperación:

"Piensen cuáles pueden ser las razones básicas para la desesperación. Cada uno de ustedes tendrá las suyas. Les propongo las mías: la volubilidad del amor, la fragilidad de nuestro cuerpo, la abrumadora mezquindad que domina la vida social, la trágica soledad en la que en el fondo vivimos todos, los reveses de la amistad, la monotonía e insensibilidad que trae aparejada la costumbre de vivir." (París no se acaba nunca, 69)

Creo que, dentro de estas seis buenísimas razones para desesperar, las verdaderamente significativas son las tres que he resaltado en cursiva.

Despedida de la vida amenazando con seguir viviéndola mientras el cuerpo aguante.

Viernes, 20 de febrero

A Oliver Sacks le han diagnosticado un cáncer terminal. No es que sea un crío, ni mucho menos, tiene 81 años, pero se han publicado unos comentarios a raiz de conocer su enfermedad irreversible que merecen tenerse en cuenta. Hay aceptación, hay agradecimiento por haber vivido, y hay deseos por terminar dignamente, no renunciando a la vida (a lo bueno y a lo malo) ni aun en el último momento. Es un neurólogo inglés bastante famoso, sobre todo por escribir sobre los diagnósticos de sus pacientes desde un punto de vista muy subjetivo siguiendo las vivencias de los mismos más que entrando a describir las patologías al detalle. Sin ir más lejos, escribió Despertares, que luego, como sabes, fue llevada al cine. Como ensayista ha tenido gran éxito.

Merece la pena prestar atención a sus palabras en The New York Times, que puedes leer en El Pais. En este artículo nombra una corta autobiografía del filósofo David Hume publicada en abril de 1776 titulada Mi propia vida, en la que el propio filósofo anunciaba, igualmente, que padecía una enfermedad incurable.

Lo he llamado

Despedida de la vida amenazando con seguir viviéndola, mientras en cuerpo aguante:

"Por encima de todo, he sido un ser con sentidos, un animal pensante, en este maravilloso planeta y esto, en sí, ha sido un enorme privilegio y una aventura. (...) Me encuentro intensamente vivo y quiero y espero que el tiempo que me quede por vivir me permita profundizar en mis amistades, despedirme de aquellos a los que quiero, escribir más, viajar si tengo la fuerza suficiente, alcanzar nuevos niveles de conocimiento y comprensión. Esto incluirá audacia, claridad y hablar con franqueza; trataré de ajustar mis cuentas con el mundo. Pero también tendré tiempo para divertirme (incluso para hacer alguna estupidez). (...) No puedo decir que no tenga miedo. Pero mi sentimiento predominante es el de la gratitud. He amado y he sido amado; he dado mucho y [se] me han dado bastantes cosas; he leído, viajado y escrito."

Párrafo para no entrar en barrena en el vuelo errático que a veces (?) es la vida.

Miércoles, 18 de febrero

Leyendo a Vila-Matas, encuentro un párrafo que creo que puede resultarte interesante. Por supuesto que puede interpretarse como filosofía barata estilo libros de autoayuda. Yo no lo considero así, se trata de un gran escritor, que trabaja mucho su escritura, que la reflexiona. De todas maneras, si no te place, me lo dices y aquí no se ha dicho nada.

Lo he llamado

Párrafo para no entrar en barrena en el vuelo errático que a veces (?) es la vida:

"Nadie nos pide que vivamos la vida en rosa, pero tampoco la deseperación en negro. Como dice el proverbio chino, ningún hombre puede impedir que el pájaro oscuro de la tristeza vuele sobre su cabeza, pero lo que sí puede impedir es que anide en su cabellera. 'No hago nada sin alegría', decía Montaigne. Al comienzo de El Antiedipo hallamos esta gran frase de Foucault: 'No creas que porque eres revolucionario debes sentirte triste'. (París no se acaba nunca, Enrique Vila-Matas, 2003, p. 72)

 

sábado, 21 de febrero de 2015

Las partículas elementales (Michel Houellebecq, 1998)

En el autobús, camino de Motril, media mañana del lunes 2 de febrero, día radiante que, según los informativos, pasará a nublarse por la tarde cayendo las temperaturas y la cota de nieve drásticamente. Leyendo de nuevo a Houellebecq, Les particules élémentaires. Reflexiones claras y directas como ésta dan sentido a ¿por qué leer a este autor?: 
"Para el occidental contemporáneo, incluso cuando se encuentra bien, la idea de la muerte constituye una especie de ruído de fondo que invade el cerebro cuando se desdibujan los proyectos y los deseos. Con la edad, la presencia del ruido aumenta; puede compararse a un zumido sordo, a veces acompañado de un chirrido. En otras épocas el ruido de fondo lo constituía la espera del Reino del Señor. Hoy lo constituye la espera de la muerte. Así son las cosas." (página 83, Compactos Anagrama)
Sociología pura, al puro estilo del mejor Foucault, del que se nota, yo diría, claras influencias. Y sigue:
"Era a finales de los años setenta: Bruno y él [Michel] tenían veinte años y ya se sentían viejos. La cosa iba a seguir: se sentirían cada vez más viejos, y se avergonzarían de ello. Su época  estaba a punto de lograr una transformación inaudita: ahogar el sentimiento trágico de la muerte en la sensación más general e insulsa del envejecimiento." (121)
EN LA SENSACIÓN MÁS GENERAL E INSULSA DEL ENVEJECIMIENTO. Mejor no se puede expresar. Se nos viene prometiendo, hace ya bastantes años, una vida más prolongada y con mejor salud, un envejecimiento de lujo, pero..., probablemente, ya pasados los treinta o cuarenta, ¿qué nuevo conjunto de experiencias nos ofrece el discurrir de la vida?

Clifford Geertz y su concepto de descripción densa.


Blurred Genres: The Refiguration of Social Though[1]. (Clifford Geertz, 1980)

En este texto se encuentra la propuesta básica del interpretativismo de Geertz: colocar el texto como piedra angular del trabajo del antropólogo, y la opinión (afirmación ya hecha antes en The Interpretation of Cultures) de que la tarea principal de esta disciplina es la escritura. Percibo, si se me permite, una especie de grito desesperado de Geertz otorgando a lo que él llama la "nueva filología" la responsabilidad de la salvación de una etnografía en crisis, integrando el estudio sobre "cómo se construyen los textos (cómo lo dicho es recuperado a través de la enunciación) en el estudio de los fenómenos sociales".

Para Geertz se está produciendo una redefinición (o reconfiguración) en el pensamiento social, y está ocurriendo desde tres puntos de vista: desde el juego (teoría de juegos, es decir, describiendo la conducta humana con la analogía del jugador y el oponente); desde el drama (Víctor Turner y los ritos, es decir, haciéndolo desde la analogía del actor y la audiencia); y desde el texto[2] (haciéndolo desde la analogía del escritor y el lector). En esa descripción de la conducta humana, el propósito del autor es reivindicar las ventajas que el punto de vista del texto (el interpretativo) tiene sobre los otros dos, así como poner de manifiesto lo desenfocado que aquél ha estado en su uso, lo que ha hecho que esas ventajas no se hayan puesto de manifiesto, al menos hasta la fecha de escritura del artículo.

El autor llega a afirmar que la "vida es un texto" (considera la etnografía como un texto etnográfico), cuestión que no deja de ser sorprendente. Para el antropólogo que tenga gusto por escribir, la concepción interpretativista y su insistencia en trabajar el texto  etnográfico debe ser todo un acicate.

Hay autores, dentro de la corriente antropológica que podríamos denominar Teoría y crítica antropológica del mundo contemporáneo, que opinan que asistimos en los últimos años a "un giro hacia lo reflexivo, cultural, literario y etnográfico" (Nuevas tendencias en la antropología contemporánea, Fernado Monge, 2005), en un contexto de géneros que se van difuminado en las ciencias sociales como ya vaticinó el propio Geertz en 1980, cuestión que parece estar muy presente en la conciencia colectiva de muchos antropólogos

Recordemos que lo que estoy señalando nos remite a otra obra del autor, la ya mencionada The Interpretation of Cultures (Geertz, 1973), que se escribió en un contexto histórico de la ciencia antropológica de máximo cuestionamiento de la misma en cuanto a objetos de estudio y métodos de análisis. en aquel momento se pensó que había que reinventar, repensar (y algún qeu otro "re-algo") la disciplina. Recordemos la existencia de otros textos como Reinventing Anthropology (D.H. Hymes, 1972) y, aun antes, Rethinking Anthropology (E. R. Leach, 1961).

Al respecto se me ocurre recordar una anécdota que me ocurrió preparando un pequeño proyecto de investigación etnográfica viable para la asignatura Etnografía y técnicas de investigación etnográfica. Proponía investigar cómo la preocupación por el proceso de enseñanza aprendizaje por parte de los profesores respecto de sus alumnos de educación secundaria puede extenderse, de manera paralela al oficial y formal, a un contexto como el siguiente: un grupo de profesores viajando dentro de un coche que debe recorrer 70 kilómetros hasta llegar al lugar de trabajo y en el que viajan un mínimo de 2 y un máximo de 5, en función del horario particular de cada uno de ellos. Además, el investigador social, es decir, yo mismo, formaba parte de este grupo de profesores que se desplazaba a diario. Me proponía investigar, a la manera de observador participante, dentro del propio vehículo. Posteriormente, el otro campo de trabajo sería el propio centro de enseñanza (un instituto de educación secundaria). Pues bien, la mayoría de los días íbamos comentando, entre otras cosas y preferentemente, algún aspecto relacionado con nuestra tarea diaria. Al comentar a mis compañeros mi deseo de documentar por escrito, y con el permiso de todos ellos, todo lo comentado relacionado con el trabajo en el espacio tan reducido del automóvil, la primera reacción fue de cierto resquemor, que pude superar tras una prolija explicación del motivo de mi investigación etnográfica: que se trataba de una parte de la evaluación de una asignatura de la Uned que estaba cursando, que los nombres que en ella pudieran aparecer serían inventados, y que únicamente me proponía documentar por escrito lo que tuviera que ver con nuestra labor como profesores de secundaria. Pretendía yo, en palabras del propio Clifford Geertz y sin saberlo aún, analizar “cómo se construyen los textos (cómo lo dicho es recuperado a partir de la enunciación) en el estudio de los fenómenos sociales”. Me resultó bastante curioso constatar cómo en esa tarea de recuperar lo dicho a partir de la enunciación todas las alertas y cautelas de mis compañeros se pusieron, si bien es cierto que únicamente al principio, en marcha.

Parece que las siguientes palabras de Geertz, también del texto que estamos analizando, se podrían aplicar aquí como un guante: “Cuando hablamos, nuestras frases se volatilizan como sucesos al igual que cualquier otra conducta; a menos que lo que digamos sea inscrito en escritura (o mediante algún otro proceso de registro), es tan evanescente como lo que hacemos. Si así se lo inscribe, por supuesto que –como la juventud de Dorian Gray− pasa de todas maneras; pero por lo menos su significado –lo dicho, no el decir− permanece hasta cierto punto y durante un tiempo”. Ya Paul Ricoeur, de nuevo en cita de Geertz, señaló la importancia del concepto de “inscripción”: la fijación del significado.












[1] American Scholar, vol. 49, Nº2, 1980, págs. 165-179.
[2] Término “peligrosamente desenfocado”, en palabras del propio Geertz.


miércoles, 4 de febrero de 2015

Michel Houellebecq: Hoy nadie parece participar en la producción de aquello que consume.

Efectivamente, uno de los efectos de la Globalización, que ya no es sólo económica, sino que lo es social y, también, cultural, ha sido alejar los centros de producción de los lugares de consumo masivo. Así, y tras una especialización máxima, nadie parece participar en los procesos productivos de aquello que se consume, de tal manera que si todo aquel que trabaja en actividades terciarias en el mundo desarrollado tuviera que fabricar, por la eventualidad que fuera, aquello que necesita de manera más perentoria para su supervivencia, probablemente tendría que decirse: "pues sí, apenas si sé hacer la o con un canuto (el sistema y mi dejadez me han llevado a este estado cuasi abúlico y torpón), así que mucho menos sé cultivar un tomate y una lechuga con los que hacerme una humilde ensalada y saciar mi hambre".

Reflexiones desde la Economía crítica: ¿Es posible otra Economía?

Fuente:
A vivir que son dos días (programa de la Cadena Ser, dirigido por el periodista Javier del Pino).
Domingo, 1 de febrero de 2015 (tramo de 9 a 10 horas).
Tertulia: ¿Es posible otra Economía?